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Salud Mujer

Alteraciones Sexuales durante la Menopausia




La menopausia y todo el proceso de transición a la misma son un factor de riesgo clave para la aparición o acentuación de trastornos sexuales.

Los dos más frecuentes en esta etapa son el dolor en el coito, que sufren el 45% de las mujeres mayores de 50 años, y la falta de deseo sexual, que experimentan un 25% al alcanzar la cincuentena, pero que se eleva hasta el 45% a partir de los 65 años.

Pese a estos datos, sólo un 3% de las mujeres consulta con su ginecólogo sobre alteraciones sexuales en el climaterio, lo que nos obliga a tener la habilidad suficiente para poder iniciar en la consulta con la paciente una charla donde poder abordar su salud sexual y hablar de ello con normalidad.

Y es que a medida que la población femenina con menopausia aumenta, también lo hace la prevalencia de los trastornos sexuales, sin embargo, no siempre las mujeres son capaces de entender plenamente que la menopausia causa algunos cambios en su vida sexual, porque este proceso puede ser bastante lento.

Debe considerarse también que la mujer tiene mucha más capacidad de adaptación que el hombre ante un trastorno sexual, en el sentido de que muchas de ellas se resignan y se refugian en su trabajo o en la familia, preocupándose más por los problemas que puedan afectar a estas situaciones de su vida que a su ámbito sexual.

Ante esta situación, un cambio de mentalidad por parte de la mujer a la hora de afrontar el problema y una comunicación más estrecha entre la paciente y el médico son factores clave para abordar con éxito la disfunción sexual femenina.

Además de los motivos ya mencionados, muchas mujeres no hablan de sus problemas sexuales en las consultas ginecológicas: primero porque sienten que la sexualidad es muy íntima y se avergüenzan de revelar sus problemas y, en segundo lugar, porque no están seguras de cómo va reaccionar el profesional médico y presumen que éste no tiene bastante tiempo para hablar de este tipo de asuntos íntimos.

En definitiva, el hecho de que la mujer sea consciente del problema, que tanto ella como su pareja estén dispuestos a resolverlo y que el profesional médico le ayude a disipar los falsos mitos sobre la sexualidad, son claves para abordar con éxito los trastornos sexuales.

Diagnóstico de los Trastornos Sexuales Femeninos




En el origen de los trastornos sexuales femeninos pueden influir diversos factores: desde biológicos, como la bajada de la testosterona (hormona masculina ligada al impulso sexual), enfermedad crónica o menopausia precoz, hasta el consumo de determinados medicamentos, problemas psicológicos (depresión, ansiedad, problemas conyugales), el estilo de vida (obesidad, alcohol, tabaco) y causas educacionales (inhibición sociocultural).

Independiente del tipo de trastorno sexual y de lo que lo origina, el síntoma más común es el desinterés por las relaciones sexuales, bien porque la mujer experimenta dolor durante el coito (dispareunia) o porque este no le es placentero (anorgasmia).

Carecer de información sobre las posibilidades de tratamiento o vergüenza son los principales obstáculos para que las mujeres consulten ante el problema.

Por ello, es muy importante un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado que evite que la mujer, y en consecuencia su pareja, adquieran el convencimiento de que es una circunstancia normal y acorde a la edad.


Tratamientos




La disfunción sexual en la mujer es una situación prevalente y que puede adquirir diversas formas como dolor con la relación sexual, disminución de la excitación, incapacidad para obtener el orgasmo o falta de deseo sexual. En este sentido, el creciente interés por conocer los mecanismos fisiopatológicos de las disfunciones sexuales, está conduciendo a la investigación de nuevos tratamientos que ayuden a la mujer, con independencia de su edad y de su estado hormonal, a tener la sexualidad que desee. Actualmente existen tratamientos que han demostrado tener efectos beneficiosos sobre determinados aspectos de la sexualidad y, en concreto, sobre el deseo sexual hipoactivo o falta de deseo sexual. A este respecto, contamos con tratamientos farmacológicos eficaces basados en hormonas sexuales (estrógenos y andrógenos), para los que existen también nuevos sistemas de administración.

Se han investigado nuevas moléculas, como la flibanserina o “viagra rosa” (no disponible en Chile) y que inicialmente fue estudiada como antidepresivo, pero con la que se observó una mejora global de la sexualidad y reducción de la preocupación asociada a la disfunción sexual en la mujer, sin embargo, al ser rechazada su comercialización en USA, la industria farmacéutica responsable de su producción decidió no comercializarla más, deteniéndose la investigación.

En cualquier caso, el tratamiento de la disfunción sexual femenina precisa de un trato personalizado y con frecuencia se combina el tratamiento farmacológico con el psicosexual, que puede darse en el contexto de manejo multidisciplinario.